Solo sentado frente al espacio de mis recuerdos. Aquel en el que una noche decidí arriesgar y apostar todo lo que tenía.
Tus labios de fresa tocando la espuma de un capuchino… o será un cortado, elegante por cierto, o parecía así. Yo observaba enamorado mientras lo endulzaba para aliviar la futura amargura.
Y ahora, tiempo después, frente a nuestra mesa aún nos puedo ver… allí, riéndonos.
Te regalaba un poema, una canción…’’mi inspiraste’’, quise decir, ‘’eres mi musa’’, pensaba.
Nada basta para convencerte de que somos uno.
Bajo las sombras de un ciruelo quizás (nunca aprendí a reconocer los árboles), observando el rincón de nuestro triste final, en aquel café distante.
Una gitana se acerca… quiere leer mi futuro, ¿conocerá mi destino?, pero se que no… solo Dios lo sabe.
Ignoro mi entorno, y aún puedo oír tu risa, recatada y simple, encantadora, donde el café sonrojó tus mejillas, y quemó mi lengua lerda e infeliz.
Como recuerdo el fin de mi descanso por un café más dulce que tu boca, que me niega el sueño, y tu corazón que ha hecho llorar hasta la luna.
Estoy aquí y no lo sabes… viéndote beber el café, desde el futuro… conociendo lo que harás con aquel yo.
El día en que la luna lloró mis penas, y en que negaste mis promesas, cuando apagaste mis sueños y todo se perdió.
No quiero salir de aquí, dejar de observar nuestro ultimo momento, buscar algún error, o el indicio de lo que desató la ultima tragedia… pero aún desde mi mente me vuelvo a enamorar de tu recuerdo, y tu imagen en mi mente, de tus labios de fresa bebiendo la espuma de aquel café… capuchino o cortado, como sea… aumentan mi obsesión, y no quiero dejarte ir, ni liberarme de este capullo mental, de los recuerdos, de mis recuerdos que seguramente ya olvidaste.