Depredador II

Las palabras fluyeron por el Messenger y las ideas se enraizaron en la conciencia una mente joven y crédula fu víctima del juego perverso de la seducción al fin los detalles del encuentro, como mi economía no me permitía ir hasta el sureste, arregle de alguna manera que nos viéramos en un punto intermedio: la capital del país, ella iría con su hermana quien ya en su vida libre visitaba con regularidad a su novio en la capital del país y ahí nos veríamos, los acuerdos previos habían sido claros: nos veríamos si no éramos del agrado el uno del otro diríamos hola mucho gusto y adiós, pero no estaba dispuesto a rendirme sin pelear estaba dispuesto a dar batalla. Usaría todo mi arsenal de ser necesario, la obsequiaría, de inicio y después le prepararía una cena romántica seductora con el fin de lograr mi propósito al fin y al cabo depredar era la misión.

Los viajes hacia estas aventuras siempre resultan peculiares, hay cierta adrenalina y emoción por conocer a la víctima y disfrutar de su presencia y analizarla y jugar con ella, todo es un ritual incluso el pedir la bebida en el avión o el subirse al taxi o incluso el leer durante el viaje todos los detalles resultan apetecibles.

Ya frente a ella la miro y recuerdo lo que dice mi colega Basul de ficticia, respecto a su identidad sexual pero no cabe duda es una hembra: tal vez muy joven pero en ello estriba aun más la sensación adrenérgica de la aventura, corre y se me cuelga del cuello y sé que estoy en el umbral de un triunfo más y que no será necesario mucho más de mi esfuerzo para beber de las mieles de ese manjar…


Emilio Hernández Jiménez. Septiembre 2010