Las mejores cosas de la vida son aquellas que tienen un final, porque como toda buena historia debe tener un marco, un desarrollo, y un desenlace. Pero, ¿qué pasa cuando es asi? ¿qué pasa cuando el tintero queda vacío y la historia no llega a su fin?.
Una historia sin fin, nos descoloca, nos da de puntazos en el estamogo y el alma, nos deja una sensación de debe, de asignatura pendiente. Una historia sin fin es esa que nos hace insistir e insistir, golpear puertas que de antemano ya cerraron, cruzar mares, oceanos enteros de incetidumbre. La intriga como estandarte nos pellizca los brazos, nos corrompe la memoria en busca de algo que calme las dudas.
Una historia sin fin nos impide comprar un nuevo libro, buscar otro cuento, leer otra historia. Una historia sin fin se nos planta en la memoria, rellenandola de recuerdos, sometiendola a la falta de gloria.
Cuando algo no tiene final (precisamente) no termina, sigue vigente, sigue en busca de un desenlace no existente. Y en algun momento esa duda nos consume, nos vueleve hambrientos, indigentes, mendigos de un poco de consumación.
Es hora de buscar un final... |