Desearía decirte tantas cosas hermosas
pero una lluvia cerrada me lo impide,
te contaría de mis sueños y añoranzas
pero la lejanía de tu corazón no lo permite.
Si pudiera contarte de mi cielo azul de plata,
de mis idas y venidas por la casa deshabitada,
pero no puedo hacerlo tu corazón está ausente,
no es posible hacer un milagro de sombras.
Quizás, si tú entendieras que mis idas son
iguales a mis venidas, que corro tras el ensueño,
que finjo que soy tu dueña, tu hermosa flor,
si supieras que aun en la distancia te amo.
Si pudieras ver detrás de tus ojos de papel,
tu piel de mancebo, tu corazón de lata nacarada,
verías un jardín sin alma, solo y triste, seco,
donde sus flores mueren abandonadas, descuidadas.
Si supieras que cada flor que muere, es una vida,
es una ilusión que se pierde detrás de ti, de él,
tú eres el remanso, el agua clara, la piedra mineral
el sol, la fuerza olvidada de este jardín sin sonidos.
Un día saldrá un forastero del fondo del mar
vendrá en su balsa pesquera y soleada de sal,
hará un pequeño muelle en la tierra que aguarda,
que aun respira claveles, ilusiones, pasiones,
y allí aparcara con su leyenda de mar, y misterio.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
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