Juana recoge las sabanas. Por fin ya tiene toda la ropa planchada. Luego busca un refugio en su rinconcito favorito del sofá y extiende sus piernas como un conquistador en busca de nuevos territorios. Se siente reconfortada, dichosa, saeta de su tiempo. Quiere exprimir estos momentos de soledad, hasta que vuelva Luis del trabajo. Entonces enchufa el televisor y suena inoportunamente el teléfono.
-Hola soy, Teresa, ¿te acuerdas de mi, verdad, Juana? –oye desde la lejanía la voz de su antigua e inestable amiga.
- ¡Ah! que sorpresa, cuanto tiempo sin vernos, digo, sin hablar, verdad, Tere, ejemm, Teresa, si…. –improvisa como puede, sin conseguir ocultar la contrariedad que le supone este oleaje de su pasado que no anuncia un chaparrón de felicidad.
-Juana, mujer, mi amiga del alma, no escucho precisamente gritos de alegría después de tanto tiempo.
-Sí, tu lo has dicho, tanto tiempo.
-Y que importa Juana, si siempre fuimos tan amigas, ¿verdad?
- Fuimos, si, fuimos, antes –dice Juana.
-Ay Juana, que puntillosa estás.
-Yo, si, vaya, lo que me vas a gastar el nombre.
-Oye, mujer, vaya, yo que te llamaba para invitarte a un café, o un té,… -dice Teresa.
-Sí, estimulantes a mí, no gracias, Teresa, que me cuido un montón, nada de calorías…
-Ja-ja, la sana, como si olvidaras las marchas que nos corríamos de jóvenes…
-De jóvenes, como si ya no lo fuéramos, yo por lo menos –recupera altura Juana, sin saber todavía por donde va la desconcertante de Teresa- sigo en forma, echa una chavala…
-Ja,ja…
-Oye, no seas tan socarrona, guapa.
-Juana, que me alegro que te sientas joven, si yo solo quería felicitarte por lo de Luis.
-¡QUE! – nota Juana que desde el estomago suben las letras forradas de terror, presagiando que acaban de entrar cucarachas en su dormitorio.- ¿De que coño conoces tu a Luis? Pregunto.
-Ja, ja, no te pongas tan…tan solemne, mujer.
-Ni mujer, ni leches, Teresa, haz el favor de una puñetera vez, de hablar claro
-Bueno, Juana, sólo llamaba, como ya te dije, para felicitarte, porque acertaste, pues doy fe de que Luis es muy bueno en la cama.
-¡Qué sabrás tú!
-Mujer –dice Teresa-, ya sabes que aquí, en provincias, nos conocemos todos, que esto es una historia barata, donde los personajes se repiten, quien hoy se acuesta contigo, ayer…
-¡Mala pécora!
-Y como te digo, todo se sabe…
-¡Bruja! – dice Juana al tiempo que cuelga el auricular y escucha el fin del chaparrón. Una tormenta oscura, pero pasajera, es lo que ha supuesto esta llamada. Pero no está dispuesta a que rompa su bienestar. Se acurruca junto a las sábanas bien plegadas y percibe las caricias de cotidianidad que seguirán planchando con Luis en su confortable futuro.