El reloj indica que ha llegado la hora avisándome que la infinita espera por fin ha terminado. Creí en algún momento que ya no resistiría un día más así. Llena de impaciencia y ansiedad camino con rapidez hacia ese conocido lugar. Mi corazón se acelera, pues he logrado ya poder verte de lejos. Ahí estás tú; algo cansado, ha sido un aburrido y extenuante viaje que ya conoces casi a la perfección. Continúo mirándote sin comprender todavía en cómo has podido recorrer dicho trayecto sólo para verme… Ya no me importa! Sin pensarlo más corro hacia ti y te abrazo fuertemente. Me miras con ojos tiernos y comprendo tu mensaje: Por fin estamos juntos mi amor!!!!

En ese mismo instante todo mi ser se alegra de tenerte cerca nuevamente. Cerramos los ojos un tiempo mientras nos abrazamos, y cualquiera de los dos puede decir en el momento menos esperado esa frase ya conocida, que revive una y otra vez cuando nos volvemos a ver y se escapa sin que los pensamientos la puedan retener: “ Te he echado tanto de menos… ”. Te sigo abrazando intentando inútilmente quizás conservarte durante más tiempo, mientras nuestras manos vuelven a saludarse y mis labios vuelven a disfrutar el sabor más delicioso del mundo: el de los tuyos.

No me importa que en unas horas más tengas que partir nuevamente. Acabas de llegar y por fin siento que lo que hago cobra sentido en esta vida. Mientras caminamos bajo los árboles compartiendo experiencias y sonrisas, aparece y se esconde de manera tímida dentro de mí el gigantesco deseo de que algún día nos reencontremos para siempre.