El temblor, pegado a mis talones subsiste en la distancia. Sofoca amaneceres, arrebata manzanas que se pudren, en la mesa vacía con sangre derramada. Implacable, mi boca traga ausencias y vomita los muertos que olvidaste en mi cama. Y un castillo siniestro se derrumba y aplasta las caricias que acumula mi nada. El temblor, se desliza en la espuma de mi reino de escarcha, cabalga a ciegas noches sin esperanzas, pero el subsiste anclado en cada madrugada…
Texto agregado el 30-08-2010, y leído por 167 visitantes. (2 votos)