Se quedó quieta. Asombrada. Dos lágrimas aparecieron en sus ojos . Comenzaron a recorrer el sendero de su limpio y jóven cutis. El cuello las estaba esperando. Una se secó antes que la otra. No recuerdo si la del lado izquierdo o la del derecho. Eso era lo de menos.La novedad inesperada era lo insólitamente palpable. Ruido. Mucho ruido. Y un quejido. De pronto, se apagó la luz. Y por la rendija de la ventana se coló un mínimo rayo de luna. Era llena. Más ruido. El teléfono brincaba en la mesita ubicada en un rincón del salón. A la izquierda. Quería ir a cogerlo para saber quién llamaba. No podía. Una fuerza imprevista se lo impedía.Calló el teléfono después de un rato.Silencio. Impresionante silencio. La pintura de la habitación comenzó a caer sobre el suelo. Parecía lluvia . De color azul. Pero lluvia. Las baldosas se movían. Salían hormigas . Y cucarachas. Y ratas. Y tierra.Y agua fanganosa. El móvil vibró. Estaba en el bolsillo derecho de su chaqueta de ante. Muy raído por las inclemencias del tiempo. Estaba colgada en la mecedora de mimbre. Alargó el brazo izquierdo para cogerla. Un calambre encogió el brazo y lo zarandeó en ziz zag delante atrás. Delante atrás. Delante atrás. Hasta parar. Paró. Suena el timbre exterior que anuncia visita a la casa. Quiso ir a abrir la puerta. Tampoco pudo. Al intentar dar un paso se cayó al suelo. Hizo por levantarse. De nuevo imposible. Pasos que se acercan a la estancia donde se encontraba. Más pasos. Más sonoros. Más cerca. El pomo de la puerta de acceso se mueve de izquierda a derecha. Ruido. Más ruido. Mucho más ruido. Sus ojos y su atención estaban clavados en la puerta y su esperado movimiento hacia dentro. Por fin. Se abrió. No había nadie. Nadie. El escalofrío le subió desde los talones de sus pies hasta su rizados y luengos cabellos. Los ojos como platos ante la situación. Surgen de nuevo las lágrimas. Miedo. Terrible miedo. Pavor. Impotencia. Dudas. Sin que pudiera dar pábulo a lo que pasaba surge la esperanza. La anhelada esperanza. La muy soñada. Se cierra la puerta de la habitación con un sonoro golpe. Intenta moverse hacia ella. Lo hace. Sigue. Sigue. Y sigue. Llega a ella. La abre. Con muchísimo dolor. Con extraordinario esfuerzo.Pero al fin la abre. Y ve una luz cada vez más intensa. Más limpia. Más bella. Una luz que la envuelve. Le acompaña en su recorrido hacia la salida. Y llega. Llega. Lo ha conseguido. Sí. Por fín le ha llegado a ella. Sí. le ha llegado.Y le toca. Y se emociona. Y vibra. Y llora. Y las lágrimas afloran de nuevo. Cientos de lágrimas inundan su limpio y jóven rostro. Ya no duele nada. Por fin tiene consigo LA LIBERTAD.