Y si no da resultado, tumbarse a esperar la carroza.
—La impaciencia es la madre del fracaso—dice, con un pedante tono de erudición.
—Y la paciencia el padre—replico, solo por molestarla, porque Marila tiene tan alto el nivel de soberbia que ninguna insulina podría atenuar esa melosidad exasperante con que quiere persuadir al mundo de que lleva la razón. No había que haberle hecho caso.
—A lo mejor sería más acertado ponerse a asaltar a todo el pueblo—le digo, por ver si movilizo un poco la parsimonia con que mal finge la carencia de lo elemental cada vez que estira la mano hacia un viandante.
—Yo te dije que no sabía mendigar.
—Y yo te dije que había que asaltarlos.
Pero si no resulta, tumbarse a esperar la carroza, realmente. Eso es lo que pensamos sin decir nada, porque ya estamos en el baile y hay que bailarlo. Y sin visa no se va a ningún lado, pero ya nos fuimos. Ya nos fuimos.
—A ver cómo volvemos—dice, aunque no queremos volver y un oficial, en el andén, se pone a pedir papeles.

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Palujo: than you
Filiberto: se agradece su asentimiento
Chorros: Me halaga, aunque no es su culpa.
Jeve-et-ruma: Comentario bienvenido.
Kalanidhi: me inclino ante su aplauso
Divinaluna: gracias, puntúe su muy bueno, ya olvidé a cuanto equivalía (hace mucho terminé el colegio)

saludos sinceros