En los más recónditos del más oscuro y cruel paradero note claro e iluminado reflejo de la luna. Fresca y pura la brisa que emanaba la alcantarilla, tibia y roja alucinación precisa del fulgor desencadenado de dicho reflejo en la cabeza del calvo endemoniado salido del lejano sueño de la muerte. Tan oscuro como la sombra de mis temores, agachado pretendí huir del mundo, cada temblor en mí sostenían mis piernas como cadenas y grilletes. Cárcel del mes de octubre cuando el calvo descubre mi presencia sin embargo disimula y yo también me hago el desentendido ahora ya hay oportunidad de gritar, la oscuridad invade todo el lugar y es la silueta del horror lo que me espanta, pienso nuevamente en el mes de octubre y de la agenda que llene ayer viernes trece pero no hay tiempo y el calvo ya esta cerca, amenazaba incluso la brisa, terca luna que les enseño a los lobos a aullar e intimidar pero sigo agachado metiendo la mano al bolsillo para tomar la decisión de atacar. Tanto tiempo para desencadenar mi odio en momentos paralizantes, en un segundo me agobio levanto la voz y el deseo de huir es mayor que la adrenalina, grito con fuerza ¡sal de ahí valor! Y golpeo al calvo que en el suelo se hace bruma, una densa bruma con olor a azufre, al respirar el aire que también sufre la invasión de la bruma me sentí volar. Regrese a mi hogar cansado y nostálgico recordando todos esos ojos que un día me miraron, en sesenta segundos le permito a mi cabeza divagar, en el decimo minuto el sueño me posee, caigo rendido a mis transformaciones y sé que es mas que un sueño, mis pulmones palpitaban con el aire que tome de los pasillos del infierno, en el espejo note que ya no era el mismo, estoy consiente de que es un sueño o al menos eso creo y no sé como despierto, es difícil caminar en este estado bajo la luz del día, tiesa y fría la noche que me da mil verdades en todas las edades del viento ¿acaso esta es la libertad? Ahora se que nunca desperté de ese sueño tan real. Arboles sabios de la aurora, en la laguna una lagrima que dice que las garras en el bosque son valiosas. Llanto de demonios en el bosque se escuchan y antes de caer al piso muero siete veces y me levanto para seguir muriendo. Tiempo perdido, ya no puedo regresar ni siquiera por los gritos que deje cerca al camino a casa. Tu vida pasa por la vida sin ser notada, brusca tu venganza que me alcanza sin oportunidad de resignarme de las penas que hoy son mis condenas impuestas por el juez del olvido interminable. Torpe y amable tu cuerpo que como la seda me hace dichoso y loco, corro, rompo mi ropa y caigo, al tropiezo infructuoso con el suelo supe que casi era el final de todo y el comienzo de la nada. El portal ya estaba abierto y yo mas adentro no podía estar, una razón mas para enloquecer, donde queda todo esto sino en un sueño y como en uno de estos largos y perturbadores estados el dolor es protagonista y se aferra tanto a mi espaldar. Pies errantes que no se detienen continuando el recorrido por la opera del pantano mas lejano del bosque, el llanto de los demonios ya casi atraviesa el yunque que a cada taladreo del viento retumba en mis oídos. El movimiento rítmico del corazón con la luna es la afirmación de lo que soy, deyabu infinito que preciso mi suerte en los ojos de mi madre, comienza a llover y los tambores con el rito de la naturaleza suenan a cada gota. Tu boca en mi boca me lleva al fin sin freno que me acerca mas al suelo que remplaza tu cuerpo acabando las ansias. No se que haría en este lugar sino se acerca el perro que agita la cola cuando le tiro uno de mis huesos pero esta vez siento que en verdad muero pero lentamente porque los arboles se deslizan por nuestra presencia universal. Todo lo que veo me ínsita mas a la locura y me inclina a las redes del maligno, me es tan difícil regresar y es mejor tardar para evitar las agudas garras tuyas que se clavan en mi caja torácica en búsqueda de lo que queda de mi corazón, con gran razón paso por aquí cada mañana.
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