Recuerdo cuando era humano, cuando pensaba y te imaginaba con tu mirada tierna y fugaz, de repente solo era yo quien te miraba, ya no me importa nada, tú ahora ya no estas. Ya casi no te pienso, paseo por el mundo lleno de infinitas almas anónimas, identidades extrañas con gestos lapidarios que matan con su voz, ahora me da miedo salir. Ame tanto al mar al igual que a ti y ahora me alejo de la orilla, no duermo durante el día y en la noche deambulo por que en la oscuridad hay poca gente, casi no hay nadie excepto en las esquinas en las que hay nuevas caras alcoholizadas con esas miradas que se llevan el alma de los enamorados. El cansancio ha agotado mi espíritu, ha hecho caer mi esperanza, me ha hecho soñar nuevamente en ti pero ya no soy humano y cuando todo ese humo que esos, ¡si!, Esos malditos errantes e idiotas hombres me arrojaron me tomo menos tiempo para poder asimilar la perdición del mundo y es por eso que abandone parte de todo lo que era y jamás volveré a ser humano y es así como deseo que sea, pasar por las calles frías y solitarias inundadas de la niebla espesa y melancólica que hasta a los demonios hace reflexionar. Seguramente nada pasa ahora por esas amargas calles, calles inhumanas, calles de sangre, caminos grabados con epitafios de los mejores pensadores que también dejaron de ser humanos. Entre las apariencias diurnas todo es bello, jardines felices mientras sobrepasan la espiral de la noche y en la noche los arboles se desenmascaran y se muestran cansados, temerosos de esas lágrimas que el aire le da a la vida y a las bestias erguidas que habitan la ciudad.
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