Y POR FIN DEJO DE PENSAR.
Me sumerjo en una especie de aura vaporosa, donde mis ojos se mueven a velocidades vertiginosas sin parar, y mi cabeza se llena de momentos que ya he vivido. En mi cerebro se encienden chispas y se conectan poco a poco todas las vías. Se crea el universo de la ciencia en mi propio cuerpo, y olvido que no somos nada para darme cuenta que no quepo en mi condición de persona humana.
Ya puedo verte mi amor, la sangre bombeándome todo el cuerpo, los ojos bailando en mis parpados y de repente un espasmo me sacude y me despierta. Sudor.
Son las 7:29, mierda, me robaste un minuto de gloria. Vuelvo a existir, vuelvo a pensar, y ya no te quiero.