Cuento en formación.
(Que puñetera vida, con la trompa del tranvía acosando el trasero, con la punta de la espada en el pecho, y del cuerno que sobrevuela la cornada. A cada paso se configura una agonía sin olvido. Sazonado, previo al infierno, en un montón de penurias que luego serán burlas más que permanentes. Jamás sabré que es peor, si la falta de satisfacción por el simple hecho de ser unos cómodos, o por el contrario vivir encorvado y andar de vez en cuando realmente derecho. Pero en fin hoy me voy a refugiar en la amnesia total de aquel pasado que fue y expiró)
Como sea que resulte, recién hice unos panecillos de harina de trigo, mezclada la masa con lentejas y porotos previamente hervidos (y triturados a punta de cuchillo) más ahora preparo unas pobres pizetitas: con carne, aceitunas verdes, y queso de campo, como para llevar a la escuela.
Tengo pensado enseñar lo más complicado para que luego resulte todo más sencillo al apreciar el horizonte totalmente despejado; que al comenzar realicen en el centro del escenario, un simple círculo, adherido a una única interpolación de movimiento con el mismo símbolo al costado, que enseguida como segundo paso habrán de publicar en la web, por supuesto por intermedio del programa Flash, con la llana tarea de configurar la página y a renglón seguido accionar la vista previa; para que así se entusiasmen mucho y vayan por más.
Yo me quejo por la falta de mujeres, pero pobre de los treinta y tres mineros Chilenos atrapados en el interior de la montaña, aunque suerte que están vivos, habiendo anunciado que tardarán cuatro meses en quitarlos de allí, no obstante les mandan alimentos por un tubo de diez centímetros cual si fuese una bombilla, una pajita para beber la chocolatada.
Finalmente hice un pan relleno, enrollando la masa con la carne dentro, utilizando tallos de brócoli y hojas de apio, más a la mitad del queso lo corté en cuadraditos como para usarlo en una picadita mientras cocino y sigo trabajando en lo mío, y al resto lo coloqué por arriba del pan para que se derrita en la horneada, como para adornar la receta no más; un miserable egoísta.
Resulta que les propuse a los alumnos hacer un picnic en la escuela, previa autorización de la directora, por este motivo es que estoy preparando exóticos manjares, para que conozcan que más allá de lo convencional existe una cultura subterránea.
Pero ocurrió justo cuando estamos comiendo, un alumno se topó con un tornillo metido en el pan que hice y se le rompió una muela.
Pasó que mientras tanto cocinaba paralelamente estaba yo reparando la cpu de la computadora, reemplazando el cooler que no funciona, y no va que cayó dentro del relleno uno de los tornillos de la carcasa. Confieso que cuando lo hube terminado de armar supe del inconveniente pero jamás sospeché que pudiera ocurrir algo semejante.
Ahora estamos intentando quitar pedazos que quedaron sobresaliendo, utilizando una piola amarrada a la puerta. Y el muchacho que grita del dolor y no para...
Para colmo antes de comenzar a manducar hice un espiche en favor de la creatividad cuando se cocina, quedando escrachado como un bromista que hizo todo a propósito sin medir las consecuencias.
Yo pienso que tienen que entender que aquí cada empresa provee de los insumos necesarios, que sean compatibles con sus equipos, entonces lo hay que determinar es con que empresa estoy tratando, en lo refrido a comprar repuestos para reparar una computadora, puesto que en muchos casos son incopatibles, sumado a la permanente evolución a la que nos vemos expuestos. Pero siempre hay una tercera empresa satélite que se encarga de fabricar de ámbos factores de forma.
La electricidad es materia viva que va dejando un remanente a su paso.
Estoy tratando de continuar con la clase haciendo entender que el picnic es parte del aprendisaje, que encierra una enseñanza y es que nosotros tambien estamos vivos. Que la inteligencia es producto de una corriente eléctrica, que las computadoras son robot a nuestra imagen y semejanza.