La vida se me cae por los costados, se desvanece dentro y fuera de esta noche absurda.
Sólo la bruma me alimenta y las sombras hacen raíces en mis pies, que como ruinas, caminan hacia la lápida que Dios reservó para mí desde mi nacimiento.
Soy un signo a la deriva, un inmenso silencio,
una semilla sepultada que no puede nacer,
un verbo absurdo que no se sostiene,
consonante sorda fracturando poemas.
La vida y su látigo incansable azuzando mis hombros
y la bestia que habita en mis entrañas se niega a vivir

-La defensa es una incongruencia-

-La venganza rehén de la ignorancia-

La vida se diluye por la punta de mis dedos
y la tinta se estrella contra un espejo roto,
en donde reyes locos y desmembrados fantasmas
me esperan para devorar mi inocencia.
Poco a poco, la palidez de Dios justifica la infidelidad
y perdona al ángel, mientras, despedazan mis viseras
al lado de una hoguera de lava.
Para consagración de su festejo, los lobos se alimentan de mí y aún puedo sentir latir el corazón, y aún vagamente, puedo ver una ronda de cuervos.
Mientras la vida se me cae por los costados.