el frío me cala los huesos... vivo en medio de tanta gente fría, no se hablan mucho, tan solo piensan tanto que puedo sentir sus pensamientos cerca de mí, que son tan fríos como el clima que me embarga... hace poco vino una señora de mas de noventa años, vestida toda de blanco, como sus escasos cabellos que los tenía largos, casi hasta cubrir sus pies... vestía con una delicada tela que le llegaba hasta los pies, como una túnica de una sola pieza... no usaba zapatos, ni nada mas, como collar, reloj, etc... le pregunté qué deseaba. me dijo que venía por mí... ¿por mí? ¿no la entiendo?... sí, me dijo, vengo por tus cuentos, tus fríos cuentos... ¡ah!... mis cuentos... entiendo, pero, hace mucho que no escribo nada, tan solo observo las cosas y noto que no tengo nada que decir. el mundo es demasiado grande para describir, además existen tantas películas, fotos, documentales, etc., que me hace sentir lo poco que tengo que agregar a lo ya manifestado por la fría humanidad... la anciana se puso a mi lado y me tocó las manos, mis frías manos, apenas lo hizo sentí que me llenaba de vibraciones, como sordas canciones, bellas y cálidas canciones... cuando me dejó, la miré y noté que lentamente desaparecía como el vapor que salía por mi boca... miré el cielo y estaba neblineado. la gente seguía paseando por mi lado, lleno de pensamientos y sus frías respiraciones, echando el santo vapor desde el fondo de sus almas... noté que aquellos vapores se llenaban de imágenes, bellas imágenes con personas y voces que cantaban, vibraban sin dejar de tocarse el uno contra el otro... de pronto, cuando la gente empezó a dejar de caminar, como si el tiempo hubiera parado, algo de las paredes de las casas y edificios de la gran ciudad empezó a brotar. eran figuras, dibujos hechos por alguna persona... era muy especial todo cuanto ocurría. seguí caminando en medio de tanta magia hasta llegar a mi casa... entré y cuando estaba por sentarme en mi escritorio, sentí ganas de lavarme las manos y la cara... entré al baño y me miré al espejo... vi el rostro de la anciana mujer detrás de mí que, con sus huesudos dedos tocaba mi fría cabeza... cerré los ojos y sentí que vibraciones, sordas canciones brotaban desde el fondo de mi sombra, y todas estaban bañadas de un cálido contento...
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