El secreto

Los lunes salía. Decía que no podía decirme dónde. No te preocupes amor. Al siguiente le seguí. Entró en un portal. Entré. Ese olor a tigre que me enloquece me condujo a un rellano. Allí era un hedor nauseabundo. Toc. Me abrió un tipo sucio y borracho.

-- ¿Manuel?
-- Zoy zu pagre.
-- ¡Uy!


El becario

Lo necesitábamos. Éramos cuatro tías y el trabajo nos salía por las orejas. Llevábamos semanas pidiéndolo. Hoy, dijo el director de la revista, sin falta. Y llegó. El personal de refresco era un becario que lo calentó todo, todo.

Antihistamínicos

Su piel es mi peor alergia. En la oficina dormito por los antihistamínicos esperando el fin de mes. Mi jefe me mira con ojos de despido y de asco por mis sarpullidos. Día 1. Voy a buscarla. Coral es la más cotizada del polígono. Entra en el coche de delante. Vuelvo mañana cariño.


Luna de agosto

Lina Coral es una viejita pelirroja que vive en el bajo con puerta al patio de luces. Cada luna llena de agosto una nube de copos blancos asciende desde su piso entre la ropa tendida y toma la forma de una nívea sirena que juega con el viento. Su cabello enrojece más cada año.


Suicida

Con lágrimas vidriándole la vista se desnuda. Se tumba en la bañera y abre el grifo. El agua le escala poco a poco. Cuando roza sus pezones, sumerge la lámpara. Se va la corriente. Abre los ojos. Nada. Mierda. Con el vello púbico chamuscado sale, resbala y se desnuca con el bidé.

Cualquier tiempo pasado...

Dos pulgas se encuentran.
--Siempre lo mismo ¿eh?
--No me quejo.
--Estancados en este perro. No hay emoción.
--Me gusta llevar una vida corriente.
--¿Te acuerdas cuando saltabamos al dueño? ¡Adrenalina!
--Eran otros tiempos.
--Ahora no tiene dónde esconderse.
--Puro desierto.

La dulce anciana

Le diré lo que a todos: "Se me ha puesto una cortina en la vista y no vi tu coche. Lo siento muchísimo. A mis años..." Conseguiré que me dé sus datos. Le llevaré el regalo: "No es nada. Es un bizcocho que hago yo misma". Indetectable veneno. Ya para en el semáforo. ¡Plaff!

Hambre (I)

"Tú no sabes lo que es hambre", me increpaba mientras me contaba todo lo que había visto en África con su ONG. Yo le miraba los labios, las tetas danzando al ritmo de su discurso, el piercing del ombligo, la vertiginosa línea curva del bikini y, muerto de hambre, asentía.

Hambre (II)

Siempre le he venerado. Es la tercera novela que escribo para él. Será la última. Su hambre de triunfo es insaciable y a mí ya empieza a entrarme la gazuza.

El mechero

-- ¿Lecciones a mí? Pero si no (patada) eres nadie.

Se retuerce en silencio.

-- ¿Dónde vas a ir tú? ¿Dón (patada) de?.

Ya no se mueve.

-- Vete al cuartelillo (patada) ahora. Guarra. Que la casa apesta a gas (patada).

Ella saca un mechero del bolsillo y le sonríe antes de encenderlo.

Troll

Todos van a alguna parte menos él. Sentado en su silla plegable en medio de la estación le brillan los ojos cuando se rompe la calma y ríos de personas pasan a su lado. Increpa voz en grito a todos. Unos se vuelven graciosos, otros malhumorados. Todos van a alguna parte menos él.


© Magda Bermellón