LA PLAZA

Que lindo era por las tardes en aquel pequeño pueblo, pasear por la plaza.
Dirìa que era casi lo ùnico lindo que habìa, làstima que era un poco chica, y habìamos tenido que acordar que al mismo tiempo, solo un numero restringido de habitantes podìamos concurrir a divertirnos a la misma.
Habìamos calculado que el total de habitantes se podìa dividir en 16 y entonces cada grupo podrìa estar en el sitio una hora y media por dìa.
Hicimos listas con nombre y apellido y cada hora y media se producìa el relevo de los grupos, no sin antes pasar lista a los integrantes de los mismos.
Habiamos previsto que con el natural crecimiento de la poblaciòn, y a medida que nacian y morìan los habitantes, se iban listando los nuevos miembros en cada grupo.
Encargamos a un demografo un anàlisis exhaustivo del futuro poblacional de nuestra localidad.
Este estudio nos demostro que por lo menos en 30 años no tendriamos problema y todos los habitantes podrìamos gozar de tan placentero lugar de recreaciòn.
En la hipotètica situaciòn de que hubiera un proceso de migraciòn de otros pueblos, por causa, por ejemplo, de la instalaciòn de una fàbrica o algùn proceso industrial, ya se habìa previsto poner como condiciòn de tal evento, la aceptaciòn de los futuros vecinos a renunciar por lo menos durante un periodo prudencial al goce y usufructo de nuestra plaza.
Y si todo fallaba o ocurria algun hecho imprevisto siempre quedaba la posibilidad de manejar la baja de la natalidad o el aumento de la mortalidad, segùn fuera la conveniencia del colectivo.
Y cuando ya hubiera transcurrido el lapso antes mencionado, estaba proyectada una nueva plaza que sin dudas serìa la soluciòn definitiva a todos nuestro temores.
Orgullosos de nuestra plaza y satisfechos de nuestra capacidad de prevenciòn, todo marchò de mil maravillas.-