LA MESA ESTA SERVIDA

Estamos comiendo,
nos estamos viendo a los ojos
mientras en el resabio de las muecas de nuestras bocas,
se escapa la comida, por hablar mientras digerimos pastas.
Nos reímos y escupimos basura,
enchastramos ideologías,
y nos disponemos a secarnos las comisuras de rabia.
Extrapolamos la nobleza de nuestras almas,
mientras juntamos los cubiertos sucios,
doblamos el mantel de la vida
manchado de rojo salsa.
Y los hongos que se posaron en el pan casero corroído por el destino
crecen como flores en mi cabeza.
Se ha nublado el tiempo,
no ha doblado la física de nuestros intelectos
y dramatizamos tomando un café,
con un habano nublando la habitación,
veo el sillón con tus aposentos un poco bizarro.
Entonces me llamas la atención buscando un whisky
y poniendo música acabada
con tan poca algarabía que se crea un clima frío,
helado como el sueño que nos ataca,
pesado como mis ojos iracundos.
Entonces decidimos terminar nuestras reyertas
y dormir en los colchones desmechados
que pusimos en la sala.
Soñamos, pero no estábamos dormidos.
Yo pensaba en poner la mesa de mañana,
en el sopesar que eso me daba.
Me dejaba tan impávido lo imprevisto,
no saber que iría a comer próximamente,
cómo actuarías, qué diríamos,
cómo se mancharía mi mantel,
cómo dejarías los cubiertos.
Traté de dormir.
¡Buen provecho!