De vez en cuando, mi dulce amiga, sabes que duele y mucho existir. Aunque me esfuerce y lo consiga a la razón que justifique vivir. Puede que resulte cual mendiga brote de cariño dispuesto a parir. Que sujete muy fuerte y me diga una razón que no me deje morir. En mi alma se erige un sueño. Tal vez nada ni nadie lo sepa. Un hombre que abrace una mujer. Como perro que gruñe a su dueño al ansiar que un beso le quepa y conquiste, al fin, a ese querer.
Texto agregado el 22-08-2010, y leído por 209 visitantes. (2 votos)