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El Librito 2
Desde ese día que su abuela murió, el se sentía muy enfermo porque – yo la maté- se decía y repetía constantemente.
Claro! si miramos el hecho desde un punto de vista más pragmático se llega a la cierta conclusión que no se puede catalogar de asesino a nuestro personaje , ya que cuando la abuela se encontraba caminando en el patio de su casa -una casa antigua y de viñedos en flor aromando el cielo de su patio - él se encontraba tendido en su hamaca que en la tarde de ayer, cuando comenzó a sentirse el calorcito de la primavera , la fue a buscar al lugar donde la guarda para que descanse en los tiempos fríos , entonces se percató que de hamaca ya no había nada .
Preciso era entonces hacer otra y se fue a recorrer los juncales que quedaban a la izquierda del verde prado y del bosque de radales .
Una vez alcanzado el prado y cruzado todo el bosque siguió la otra huella la que lo conducía a los juncales . Inmediatamente estuvo entre ellos -sin importarle las víboras – y buscando , buscando encontró los más adecuados para construir su hamaca .
Pasó tres días en el trenzado de sus fibras y otros tantos en los amarres y delicadezas necesarias para que sea una hamaca que resistieras todos sus sueños a la hora de las siestas.
Así estaba entonces, a punto de quedarse dormido, cuando la abuela pasó cerca de ahí.
Paa! pensó, justo ahora cuando estoy descansando se le ocurre a la abuela dar un paseo por la viña.
Ta! no creo que le pase nada aunque está bastante cegatona la pobre .Nada más terminar este pensamiento cuando la vetusta mujer de años cansados ya! Se fue de bruces contra un cantero que se estaba construyendo entre las filas de los viñedos.
Esto no habría sido nada si no hubiese sido que la pala estaba quieta, enterrado una parte del filo en la tierra y la otra parte en el espacio infinito .Sobre éste cayó la abuela .Su cuerpito frágil se perforó a la altura del corazón y quedó ipso facto- muerto.
Pa! que le habrá pasado a la abuela- exclamó perturbado nuestro personaje - que la vio al momento que desaparecía del horizonte de su mirada.
Se levantó raudo, como flecha araucana y en la nada de un minuto ya estuvo protegiendo el cuerpito amado de su abuela querida.
Luego le saltó un lagrimón de esos robustos y únicos y con ello se le secó el alma .Yo la maté se decía y alimentaba este sentimiento de culpa con un ardor religioso tan dañino como ancestral.
Se postró ante esta culpabilidad durante muchos años y por muchos años le fueron creciendo las penas hasta que un buen día sintió una voz rotunda que le dijo “levántate y anda” y algo más tenue escuchó : “y no seas tan estúpido”.
Se incorporó, echó sus estorbos muy lejos de su nueva vida y se fue a recorrer su campo .Todo estaba sin cultivar y hasta los pájaros lo desconocieron cuando lo vieron caminar encorvado, seco su rostro, lánguida su barba.
Respiró tantos soles mientras caminaba amasando nuevos pensamiento que sintió una especie de mareo .Se tendió entonces sobre la hierba y descansó sus ojos en verdes alegrías.
Al rato se incorporó raudo, como flecha araucana, y en el matungo de una nueva idea se fue corriendo de regreso a su casona.
Comenzó a buscar algo de ropa, una maleta, un montón de dinero .Cerró la maleta, se desnudó y se fue al baño a darse la postergada ducha.
Mientras se afeitaba iba hilvanando su plan de su nueva vida .Iría a la ciudad, andaría por sus calles iluminadas y limpias algunas, se recrearía en las bellezas que se muestran el las grandes tiendas; luego buscaría el mejor y mas caro de los hoteles y allí andaría por largos años, gastando ,comprando, leyendo, amando y hasta envejeciendo también.
Mientras se iba afeitando, iba pensando lo que un día le dijo su amigo vecino - que antes que él había estado en la capital- ¡Allí hombre! Se ven unas mujeres preciosas, muy elegantes .Bellas y cultas son algunas y otras son tan hermosas que si no te cuidas, hombre, te sacan la plata de una docena de tus vacas en una sola noche.
Se terminó de afeitar y se fue a la ducha .Allí andando con el agua refrescándolo siguió planificando su urgente viaje.
¡Será inolvidable ¡ se decía...
Cuando llegó a la ciudad, grande como una montaña de edificios de vidrio construida; raudos los animales de fuego circulaban en filas interminables en el lujo de sus diseños cortando las luces de la capital.
Bello fulgor desprendían los letreros cargados de bellezas casi desnudas tirando a su cuerpo el perfume de las mejores marcas, entre la belleza inmaculada de su mirada y esos rostros impecables de salud total.
Su alma se regocijaba de tanta capital y se sentía seguro mientras era conducido a su hotel por un chofer de levita.
Qué agradable es todo esto se decía. Dónde está la pobreza que me hablaba mi abuela, donde esas casuchas destartaladas muriéndose de miseria .Si aquí todo es tan exuberante que es un placer! Mi abuela estaba realmente loca... ¡Pobrecita!
Marcó el código en su celular y entró a su nuevo y lujoso hogar.
Lejos quedaron las vacas, el olor a establo, la barba mugrienta de los peones .
Todo eso ya era pasado .Ahora estaba en su nueva vida, donde respiraba el perfume de los cortinados y ese aroma casi alucinante del ambiente todo.
Así fueron pasando los días y Rubén el vaquero, como solía presentarse a sus nuevos amigos fue agotándose de a poco y año tras año se le fueron acumulando las costras de la rutina, de esa que lo empujaba a consumir todo .Así consumía libros y se tragaba los manjares en opíparas comilonas ,allí donde los mejores vinos y licores se sucedías noche tras noche acompañándolo , también, aquellas elegantes mujeres que un día le habló su amigo.
Consumía noticias armoniosamente elaboradas a su nueva vida.
Se iba haciendo añejo en mentirse a sí mismo.
Una noche algo lo despertó .Era una vocecita muy tenue, que él identificó inmediatamente con su abuela.
Al otro día se levantó tempranito se puso, sin darse cuenta, una ropa que hasta este día nunca había sacado de su maleta .Tenía olor a campo .Esto lo transportó a su antigua vida y sintió una especie de angustia y algo como una pena le dejó un lagrimón amargo que en la soledad del lujo le reventó un llanto.
Esta vez quiso caminar y caminó tanto que no supo donde estaba .De pronto algo le dio una especie de tirón muy fuerte por ahí cerca del corazón .Sintió un alivio tan grande que por primera vez después de 30 años recibió la visita de un contento .Siguió caminando como tirado por una cuerda que no veía, pero que la sentía hasta dolerle.
Entró a una galería algo sucia y algo oscura. Allí estaba un viejo custodiando una especie de librería, pero más bien eran dos caballetes tan antiguos como el viejo.
Rubén el vaquero, se acercó hasta donde estaba el viejo y en gran sorpresa recibió una amable sonrisa del librero al momento que le pasa un librito y le dice .Te estaba esperando, tómalo, tu abuela me dijo que vendrías hoy a buscarlo. ¡Léelo te va a gustar ¡
Rubén tomó el libro más sorprendido aún y en su mente un vacio.
Se titulaba “Las hojas y las hierbas en los tiempos feudales”
Tendido sobre su hamaca en una tardecita de primavera y en el viñedo ronroneando las abejas, aquellas rubias hijas de Aristeo como solía llamarlas su amigo y es sus manos el librito que le regaló su abuela.
La página que estaba leyendo comenzaba así:
“Desde tu mente vendrán muchos anuncios y de muchos caminos conformada está su esencia .Pero desde tu corazón habrás de mirarlos para encontrar el que recibirá tus huellas “
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Texto agregado el 22-08-2010, y leído por 290
visitantes. (8 votos)
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Lectores Opinan |
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19-09-2010 |
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Menudo cambio de giro que se pegó, desde un bello campo tranquilo hasta una ciudad transitada en extremo y tan diferente a la vida que llevaba, pero el vacío se siente cuando sabes que de ahí no perteneces, hay algo que te tira, que te aprieta el alma y ya ves cómo volvió a los terrales sencillos al final de la historia. Más que lo de la abuela y el libro, rescato su esencia, su modo de pensar, de ir hilando y viendo el contrapunto, en fin, hay una extrema sensibilidad acá también existencial, hasta filosófica del personaje y te lo valoro porque escribes enseñando, haciendo que el lector se introduzca en el alma misma y reflexione junto a la historia. maria_eleonor |
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24-08-2010 |
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Amigo, amigo ¡qué gran historia! Es uno de esos relatos que hay que leer muchas veces porque de tanta lección de vida que contiene, no puedes interiorizarlo de un solo golpe. Recreaste la historia con una bella prosa que bordaste a fuerza de imágenes bien logradas, donde los sueños, fantasías y realidad se abrazan en un solo cuerpo, hasta esculpir este hermoso texto. Hay mucho sentimiento interior reflejado en esta narrativa que parece que se añejó en el alma de alguien que conoce muy bien la esencia humana. Mi abrazo de felicitaciones y mi alegría de que nos hayas regalado tan hermoso presente. SOFIAMA |
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24-08-2010 |
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Es un relato magnífico, imágenes de luz, color, sonido, aromas lo hacen verdaderamente atractivo.Un placer leerlo. Mis estrellas y un beso, Ma.Rosa. almalen2005 |
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23-08-2010 |
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Preciosa historia y muy bien contada. Se puede "ver", "escuchar" y hasta "oler". Me ha gustado mucho, amigo, porque vas desgranando poco a poco los entresijos del libro y los de la vida. Se mezcla el pasado y presente y de una frase, de una idea, sacas una estupenda narración. Que nos entretiene y que nos hace pensar y meditar. Excelente. 5* claraluz |
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23-08-2010 |
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Impresinante historia, llena de buenas reflexiones que ayudan a uno. inkaswork |
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