Acostado en la grama veo el cielo, se forman cientos de figuras en las nubes, algunas me miran con curiosidad y otras me ignoran, todas saben quien soy y que las observo desde abajo. Muy delicadamente rompo un trozo de rama de un árbol esquelético y me enrollo un poco de algodón de azúcar, figuras malhumoradas muestran sus colmillos mientras gruñen y no puedo evitar reír. Con mejillas infladas como melones soplo fuerte y el cielo queda totalmente despejado... Estiro mi brazo y con mi mano despego el cielo como una etiqueta, quedamos a oscuras, detrás es siempre de noche. Cojo un puñado de estrellas de Andrómeda y las espolvoreo sobre tu postre. No paro de sonreír, y verte como me observas asombrada me hace aún más feliz. Extraño estar triste, las lágrimas me hacen sentir vivo. Estoy sólo en mi mundo sin reglas recuerdo cuando era mortal, cuando corría sangre por mis venas.