Me sumerjo en tu transparencia fresca y revitalizas cada partícula de mi cuerpo. El cansancio ya se va diluyendo y flotando me siento etérea e incorpórea.
Tu caricia me acuna, meciéndome suavemente. El silencio sólo se fragmenta por el golpeteo contra la costa de las ondas superficiales, que no llegan a ser olas.
Un peso extraño, perteneciente y no a mi cuerpo, me jala hacia el fondo, me voy hundiendo en tu paz, dejándome llevar.
Brillos multicolores que traspasan la superficie hacen de mis ojos un caleidoscopio, piedras, plantas, peces me abrazan y me hundo lenta e implacablemente, no importa. Este nuevo mundo de vida/muerte y color que estoy descubriendo es lo más parecido al amor que nos tuvimos…