Habían pocos indicios de su existencia, pues a menudo las personas se irritaban tan solo al pensar en ella.
Hacia ya muchos años que los dragones no descendían al pueblo pero habían hecho tales atrocidades que difícilmente lo olvidarían. La esposa de un guerrero había sido decorada cuando estaba en cinta. La dragona que lo hizo no había podido concebir pero algo inaudito ocurrió. Su cuerpo digirió toda la carne de la mujer dejando a un lado al feto que se adhirió a sus entrañas.
Al poco tiempo la dragona dio a luz a un niña. Aparentaba ser humana, al menos su silueta se parecía. Su piel era blanca, pero no totalmente lisa al tacto, era un tanto similar a la de las lagartijas pero impenetrable como la de un dragón. Su cuerpo carecía de cabello más que un poco que salía de su cabeza, y sus ojos era totalmente negros y redondos. También tenía la garganta ardiente y el resto de su cuerpo frío.
La dragona que esperó demasiado para tener una cría acogió a la extraña criatura y trató de alimentarla. Le trajo a una oveja esperando que se la devorará pero esta se acurrucó en su vientre y comenzó a extraer leche. Cuando esta dejó de darle leche comenzó a comerla.
Ningún otro dragón había visto a la cría. Solo sabían que existía por el habito de la dragona por conseguir alimentos de carne suave.
Pasaron los años y la niña se transformó en mujer. Era totalmente ciega así que no podía salir del confort del refugio. No estaba dotada de alas y la madre aún le traía comida complacida.
Pero los hombres ya se habían hecho a la tarea de extinguir a los dragones y en una noche de cacería derribaron a la dragona y la mataron con lentitud.
Pasados lo días, la joven se sintió demasiado hambrienta y su hambre la obligó salir a buscar que comer. Encontró varios insectos, se tragó varias serpientes. Hasta que sintió un calor que provenía de un pequeño pasadizo. Reptó hasta salir y por primera vez su cuerpo fue tocado por la luz del sol.
Texto agregado el 20-08-2010, y leído por 137
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