SONETO I

Quisiera estar contigo la noche entera,
y si de pronto puedes la eternidad,
y ni un minuto más pues no pudiera
soportar tanta, tanta felicidad.

Que seas en mi piel una enredadera,
beberé tu veneno si me lo das,
si te vas mi existencia ya nada fuera,
si te quedas soy tuyo y de nadie más.

Mas no se si me quieres o acaso sientes
por mi ser un instinto sólo sexual,
y al decir que me amas tan sólo mientes.

Si no me amas te imploro que por favor
en el pecho me entierres tu cruel puñal,
pues la muerte prefiero a tu desamor.

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SONETO II

Me quieres… no me quieres, o acaso es sólo
el eco de un delirio descontrolado.
A veces me imagino que soy Apolo
y otras veces un loco desorientado.

Si te acercas te juro que ya me inmolo
o te juego sin pena toda a los dados;
si no vienes me muero es que estoy muy solo,
son mis ojos dos niños desconsolados.

Una rosa me dijo que no me quieres,
y que sí me lo dijo una margarita;
de las dos, la verdad, tú cual prefieres…

No lo digas, le creo sólo a la rosa,
sus espinas no mienten y es infinita
esta herida de amarte, mujer hermosa.