Aún gozando de separabilidad, el ser humano comparte demasiadas características con sus pares. Pasando por las piezas con las que llenamos espacios de nuestra identidad, tales como nombres, apellidos, grupos sanguíneo, nuestras nacionalidades, sexo o creencias varias; y por aquellas que involuntariamente nuestros cuerpos se acostumbran a utilizar o heredadas, como lo son las gesticulaciones, fobias y traumas que arrastramos. Pequeñas caretas que nos identifican ante el resto, como parte de un rebaño aún más grande... la sociedad.
Sin embargo, existe un aspecto que, aunque muy similar entre algunos, es propio de cada mujer y hombre. Nuestra voz, tú voz. Sin ir muy lejos, se concluye que hoy existen aproximadamente seis mil millones de voces distintas en todo el mundo. Ojo, ninguna más importante que otra.
Para explicar el fenómeno de la voz, un físico consideraría tres elementos fundamentales para la existencia de cualquier sonido:
* Un elemento que vibre.
* Un soporte físico por el cual pueda transmitirse.
* Una caja de resonancia que las haga de amplificador, permitiendo así ser captada por el oído.
Un hombre con conocimientos de anatomía agregaría a lo anterior y siguiendo el caso de la voz humana, la función del aparato fonador, el cual se forma por tres tipos de órganos:
* Órganos de respiración
* Órganos de fonación
* Órganos de articulación
Teniendo en cuenta todo esto descubrimos que el fenómeno de la voz, o fonación, se realiza durante la respiración. Cuando el aire contenido en los pulmones, sale de éstos, por simple relajación de la caja torácica y el diafragma. Viajando a través de los bronquios y la traquea, hasta llegar a la laringe y encontrarse con las cuerdas vocales (que no son cuerdas, ni tienen forma cordófona, más bien se trata de una seria de pliegues o labios).
El sonido producido aún es muy débil; resultando necesario el amplificarlo. Esta amplificación tendrá lugar en los resonadores (nasal, bucal y faríngeo), que funcionan como filtros donde se producen modificaciones como el aumento de la frecuencia de ciertos sonidos y la desvalorización de otros.
La voz humana, una vez que sale de los resonadores, ahora es moldeada por los articuladores (paladar, lengua, dientes, labios y glotis), transformándose finalmente en sonidos del habla.
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Hasta el momento pareciera ser un texto de suma obviedad y que no existe ningún problema. Si queremos ir aún más allá, incluso moldeamos sonoramente cada uno de nuestros pensamientos y en la mayoría de los casos estas voces "dentro", son una extensión de nuestro hablante cotidiano.
Ahora, ¿En qué momento surge un problema? Cuando desconocemos su importancia, y que es una huella que puede decir que tan auténticos hemos sido. Una palabra puede quedar para siempre, siendo la plataforma que trasciende una vez que la cáscara quede sobrevalorada.
Cuando no la ayudamos a crecer y a ratos la olvidamos para plantear quien soy y que necesitamos o queremos. Es ahí cuando olvidamos la dignidad del diálogo y recurrimos a un "plan B" como una excusa para llenarnos egoístamente de ambiciones, orgullos, envidias y acabar con cualquiera que interfiera.
Cuando la libertad de pensar y de opinar por lo que creemos justo, pasa a un segundo plano, simplemente para llevar una "vida cómoda", sin complicaciones con quien sea. Seguros con la venda en los ojos.
No les obligaré, como ocurre con muchos, a que hagan lo que digo, simplemente les daré unas sugerencias:
Hay quienes juzgan a las personas por sus ojos, diciendo la frase saturada de que "son un reflejo de su pensamiento". Otros que miran primero las manos para juzgar en base a sus actos.
No caigan en este engaño estimad@s júzgalos por su voz, que puede ser el único medio para distinguir cuan dignos llevan su vida, que tan preocupados están de enriquecerse con el mundo y no a soportarlo como rebaño. La complejidad en como expresamos nuestros ladridos puede ser una clave para diferenciarnos con cualquier otra bestia y el cimiento para despertar nuevas ideas y desenmascarar cualquier injusticia.
El habla más que una cualidad, es un derecho y es nuestro deber el defenderlo.
Asegúrate de que tu voz no sea apagada, gritad fuerte y sin descanso, para que pedazos de tu alma queden por siempre resonando en el mundo. |