Ayer aprendí a querer que tu boca resurja inaudita y que crezca como ósculos. Entonces , en mi mente aprendi que lo hicimos posible. Aprendí a desear entonces que tus manos recorran mi cuerpo que se hace tuyo. Y que tus ojos verdes penetran en mí como dulces llamaradas. Aprendí que después nada se agota y queda fluyendo.
Texto agregado el 17-08-2010, y leído por 206 visitantes. (2 votos)