Inconcluso, desde la memoria nacidos,
las palabras como un grito,
entre el albor de las paredes, entre
el sigilo del llanto,
amoratado,
un recuerdo desnudo como
la palma inerte de la mano,
¿tú mano?
Como el suspiro, las águilas,
el tiempo vacuo, la
última parada del autobús
cuando las maletas fueron
arrojadas por la borda
sin contemplaciones,
cuando las miradas,
¿tus miradas?
fueron hundiéndose en
la lápida marchita.
¿Qué quedó?
Un ojo en la recámara de la
pistola,
la bala incrustada en la
mentalidad callejera,
un poco de piel en la cien,
una gota de sangre en el pecho,
el tiempo, - detenido como de
costumbre - las manos recorriendo
un cuerpo nuevo,
¿qué más quedaste?
¿Qué más que el sonido
de tu voz en la niebla,
qué más que la plisada voz
derrotada en la penumbra,
qué más quedaste que
el cuerpo aplastando el mío
desde la nocturna y oblicua mirada
de un dios celoso? |