La vieja curtiembre recortaba el horizonte. Los últimos destellos
de luz, hacían que se viera amenazante, mas no lo era.
Caminamos tomados de la mano.Él cargaba la vieja vasija.Dentro de
ella, los deseos de ese encuentro guardábamos con ternura.
Las hojas secas se quebraban bajo nuestras pisadas. Nos miramos y una
sonrisa cómplice se dibujó en nuestro rostro.
Era nuestro lugar, aquel en el que cumplíamos nuestros secretos
más preciados.
Su triple vida, no me molestaba.
Era conmigo, con quien cumplía todos sus deseos.
Era conmigo, con quien disfrutaba, del amor, como con nadie.
Era a mí a quien amaba...lo sentía en el alma.
La vieja puerta de madera crujió, cuando la empujamos para entrar.
Habíamos llegado a ese oscuro y desolado lugar, el cual,bajo la luz
de las velas que se encendían, hacían que la mágia se
desatara.
Allí, él y yo, solos en nuestro rincón de ensueño, nos
amábamos como dos adolescentes, sintiendo que el destino conspiraba,
para que nuestro amor fuera único y eterno. |