Fuegos artificiales directos al alma, tu presencia se extendió en mi universo una vez más, doliendo con el dulce dolor de las esperanzas..., del amor...
Inundación... Fuego...
Un buen día me asomé a tu mirada y me sumergí tan profundamente en ella que creí sentir que te conocía...
Hoy, después de más de tres meses, en los que cambió la manera de transcurrir de mi tiempo, te miro y contemplo toda la belleza de la vida atrapada en el brillo de tu mirada, sumergida en mi alma...
Me has dado tantas cosas, que al sentirlas, el alma me abandona para dejarles sitio...
Gracias por tu frágil y radiante sonrisa, sentida tan profunda; gracias por tus dudas, esas espinas afiladas que siempre acaban dando una oportunidad al amor, a que les asigne una rosa que sólo acabe recordándote la ternura de la sinceridad...
Gracias por entregarte sin dudar a la amistad más real jamás sentida, por entregarme todo de tí, sin reservas, con la única limitación de las palabras, toda tu alma en mil gestos que sonríen de reojo a todo mi mundo...
Gracias por convertir en reales mis cuentos de hadas, por creer en mi mundo improvisado, por confiar en la bondad de mis verdades absolutas, por permitirte sentir lo que mi alma sentía, sin que el miedo te obligase a huir...
Gracias por abrazar tu verdad con el dolor incluído, por iluminar cada rincón de mi alma, y sobre todo, gracias por hacerme sentir tan viva que mi alma al vibrar sólo emita acordes de una melodía desencadenada, que al mirarme en tus ojos todo mi universo lo celebre con himnos de una alegría que jamás pensé que me perteneciera...
¡Buscaba desde hacía tanto tiempo el escondite de mi alma...!
Tú sólo necesitaste temblar una vez entre mis brazos para que mi alma fluyera hasta mí sin dudarlo. Durmió durante tanto tiempo que jamás, en todos sus sueños, pudo siquiera vislumbrar, que el milagro más asombroso pudiese suceder delante de mis ojos, y que tu dulce sonrisa estuviese justo detrás, esperando la alegría de la vida...
Gracias por existir siendo tú misma para mí, por mostrarme lo más bello y escondido de tí..., tu alma
tan hermosa...
Gracias por entender mis silencios, por disculpar a mis miedos, por olvidar "tus razones" cuando te hablaba de mi alma, por creer en mí a pesar del dolor, por reflejar en tus ojos quién soy, por hacer que mi estanque descubriese su camino para llegar al mar, por desmontar mi mundo planeado, pieza a pieza, con la fuerza implacable de un huracán, con la delicadeza del amor derramándose sin pedir nada...
Gracias por devolver el arcoiris a mi vida, por reflejar el azul del mar en tu alma, por no rendirte al miedo de lo desconocido, por abrazar mi alma con la ternura de la pasión inimaginada, sólo sentida...
Gracias...
(17/09/03) |