El señor Volperio, cariñosamente, mejor conocido e en la vecindad como “Volpi”, compraba flores todos los días. Llegaba por la tarde a la floristería y podías escucharlo diciendo: - Hoy llevaré gardenias, la tarde se presta. La sala de su casa estaba llena de flores cuya fragancia se mezclaba en forma estridente con las demás. Una tarde, extrañó a su viejo gato. Tenía días sin verlo y se preguntaba dónde estaría y, mientras fregaba los platos, llamaron a la puerta: -Buenas tardes señor Volpi, nos preguntábamos en el edificio, de dónde rayos podría venir ese espantosos hedor y todos coincidimos en que viene de su apartamento. ¿No lo siente usted?
En efecto, después de buscar brevemente hallaron bajo el sofá al gato, putrefacto e hinchado de gusanos. Desde entonces, su secreta anosmia quedó puesta en evidencia y nunca más compró flores.