En el paraíso del motel Country In;
Como un piano, mis manos,
La aprendieron a tocar.
Y este Romeo, dejó de ser un Arlequín;
En la hora que los besos,
Nos invitan a madurar.
Y comencé a ser el masajista
De la constelación de poros
De su cuerpo de alquimista,
Y vi la carne ser el oro
Que baila a ley de la velas,
Que no existió ni en las quimeras
De los sueños del rey Salomón.

Cada cena podía ser la última
Y cada beso el del dolor,
Pero que entiende el corazón
De la acústica canción
Que deja el desamor,
Después de tanto soñar.

Y las tardes de pronto
Anochecieron,
Cuando la soledad era compañía,
Y al masajista lo devolvieron,
Al pozo de las miradas con rostros,
De las frías lejanías.

Y en el Motel Country In,
Hoy duele una caricia,
Y el pianista que tocaba con delicia
El cuerpo de Julieta;
Hoy trabaja de Arlequín.