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tenía que tomar y tomé demasiado como para recordarlo todo... recuerdo rostros burlones, manotazos y empujones, manos de mujer peinando mis cabellos, escuchando de mis labios promesa de amores eternos e imposibles... recuerdo cerrar los ojos y buscar un espacio sin sonido... creo que salí de aquella reunión sin saber cómo... llegué a mi casa y entré. poco antes, una mano sobre mi hombro me hizo sentir que estaba en casa de mis padres, de mis abuelos, de mis hijos, o, algo parecido... lo cierto fue que entré en un lugar, un cuarto y como un sediento, busqué una hoja de papel, un lápiz y una mesa... cuando desperté, estaba con las manos llenas de sangre y suciedad, con el lápiz en la mano que no cesaba de escribir sobre hojas y hojas en blanco... la luz del día era maravillosa... miré una cama y me arrastré hasta llegar. dormí sin para y tuve sueños extraños, que no puedo recordar, algo así como que estaba en una fiesta de personas elegantes, vestido de negro, con los cabellos engominados y mucha gente a mi lado, escuchando como a Oscar Wilde... las escenas iban y venían. era rey en una casa de gente humilde y llena de heridas, y un pordiosero en un cuarto con una mujer llena de hijos harapientos... olas de un mar me jalaban hacia un castillo muy alto y de torres viejas por todos lados... se escuchaba el grito de una diosa, de un demonio, de un niño buscando a un padre... aún estaba oscuro cuando desperté, no por mi cuenta, no, si no por los ruidos de la puerta que no paraban... me paré y era una mujer bastante buena y de ojos sorprendidos... ¿qué deseas niña?, pregunté. ¡las hojas, las hojas!... oh, cierto, allí, sobre la mesa, allí están... la mujer entró, empujando mi cuerpo maltrecho... la vi coger mis hojas y salir con la cara radiante, gritando hacia alguien que miraba por la puerta que tenía todo en sus manos... me paré y busqué algo que comer... abrí la nevera y nada... me sentía mal, con hambre y mucha sed... miré hacia mi mesa y encontré más hojas blancas... ¿qué tal sabrán?, me pregunté. iba a tragármelas, pero mi mano derecha se fue directo hacia el lápiz y escribió algo sobre la hoja en blanco... pude leer algo: "dos peces se mueren de sed en un acuario...", "... mi techo es un cielo de juguete, lleno de estrellas sin imagen, que brillan sin parar cuando se abre la eternidad de la casa de la paz..."... iba a seguir cuando vi unos billetes tirados por el suelo, era un fajo gordo, muy gordo como para dejar que el sueño se lo trague... dejé la hoja y cogí el fajo de billetes. una fuerza me sacó del cuarto y corrimos juntos hasta llegar a un bar. entramos y pedí una botella de ron, puro ron... gracias, le dije... luego, no recuerdo más, tan solo miraba mi mano derecha, en especial mis dedos que, sedientos, buscaba una hoja en blanco y un lápiz... mas tarde, le dije al perro de mi mano... este movió el dedo meñique y con el dedo gordo, hizo la pantomima de sacarme la lengua... me reí, luego, ya estaba en la calle, muy de madrugada, muy temprano, mientras escuchaba los gritos de un bebé, que no sabía si brotaba de mis sueños o de alguno de los huecos de aquel inmenso y sucio edificio que me rodeaba... |
Texto agregado el 10-08-2010, y leído por 194 visitantes. (1 voto)
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