Me hallé despierto sin sueño, amanecido ya el día, pero nublado. Era una extraña sensación la que recorría mi cuerpo, como si faltara algo, pero no sabía qué. Noté que el día había comenzado algo raro, como que eso que faltaba probablemente fuese una parte de mi vida que no recordaba, y por más que trataba a mi mente sólo llegaban notas musicales y vagas imágenes resplandecientes de un pasado que ni si quiera sé, ahora despierto, si es o no real. Decidí comenzar a escribir la situación con varias características para luego analizarlas y meditarlas. La pieza se me hacía grande, la mesa más pequeña, el café más cargado y los pies menos fríos, hasta que lo visualicé todo, me dije que me despertaría en cualquier momento y al terminar la frase mi mente colapsó. Todo se vino abajo y me decidí a permanecer tranquilo, me había hecho consciente en mi propio sueño. Miré mis manos, mis pies, mi cuerpo y todo estaba completo, comencé a caminar en un llano extraño, solitario, despejé el cielo y acerqué las estrellas, me senté un momento y todo atrás había desaparecido. Al abrir los ojos nuevamente me hallaba en mi pieza, probé el café, y éste, ya no estaba cargado. Esperando que el sueño haya terminado recordando aquella frase: "Siempre es bueno volver a abrir los ojos".