Alguna vez me gustaría que existiera la conciencia colectiva como una gran masa que operase a voluntad. Actuaría como una bofetada de vuelta en el caso del hombre sentenciado a pagar 83 millones de multa por deberle 2 en peajes a una concesionaria de autopistas. Si todos evitasen circular por la pista, sin contradecir la ley, ya sea viajando por Argentina, por mar, en avionetas o cruzando las carreteras en patines, se provocaría la quiebra del servicio. Y aunque la economía de Chile se resienta, se desincentive la inversión extranjera y el progreso disminuya paulatinamente al afectar todos los campos en donde ejerzan las empresas multinacionales, la gente resistiría con estoicismo con tal de mandar un único y agónico mensaje a la historia de la perversión constitucional. Por último para evitar fomentar con más dinero la usura materialista que desangra al mundo.

10.6.10