Las burbujas del oxigenador son mi único pasatiempo. MI boca de ventosa me mantiene firme, pegado al vidrio mientras recibo el masaje de mi exquisito yacuzzi en la barriga. La verdad es que allí es donde mejor está mi boca: pegada al vidrio sosteniendo mi cuerpo, mientras veo a todos pasar, observándome dentro de la pecera. Antes de convertirme en corroncho, solía usar la boca para comunicar mi amor, pero cada palabra, regresaba cual boomerang, convertida en hacha. Su técnica ninja era infalible, precisa y certera: Hablaba distraído creyendo conmover su corazón y así podía pasar horas. Pero de repente, cuando menos lo pensaba, veía regresar todas mis palabras, convertidas en jauría de pirañas, recordándome mi condición de corroncho de pecera, ordenándome pegarme de nuevo al vidrio. Burbujas, burbujas y más burbujas