Josefina mira a las personas que tiene enfrente,de ellos depende ahora su vida.¿Que saben ellos?,se pregunta, como van a juzgarme,¿còmo?.No pueden saber lo que pase,como tuve que callar mi voz, camuflarme con las cortinas,apagarme como una vela,pasar desapercibida y así poderme librar de alguna paliza,de los golpes e insultos diarios.
Como juzgar a alguien que se tiene que olvidar de sí misma,que el miedo la paraliza tanto que apenas se atreve a decir palabra, que solo sale a la calle para lo imprescindible y siempre escondida tras unas gafas de sol.Alguien que tiembla cada vez que oye unas llaves abriendo la puerta.¿Cómo vendrá hoy,Dios mío?,¿estará borracho?
Y desviviéndome por tener todo a punto, la casa limpia, yo bien peinada y con la cara lavada, nada de maquillaje.La mesa puesta y la comida caliente,el vaso de vino en su sitio, así puede que no se enfade, pensaba,ilusa de mí.
Los días pasaban grises mientras mi vida se consumía a cachos,con el alma echa jirones,esperando que algo cambie,que él se cansara un día y no volviese a casa,pero esto no sucedía.
Hasta ese día en que todo cambio,aùn no puedo acordarme de nada,solo se que cuándo quise darme cuenta lo tenía tumbado en el suelo,empapadito de sangre y con el cuchillo grande clavado en la espalda, y yo a su lado,con las manos ensangrentadas.
Lamé a la policiía,se ocuparon de todo, a mi me llevaron a la càrcel, me han tratado bien,el abogado y el psicólogo dicen que fue locura transitoria y ahora estoy esperando el veredicto.Lo más curioso es que me siento bien,que no me importa mucho el tiempo que tengaque estar aquí.
Que mi carcelero a muerto. |