No puedo dejar de mirarte a los ojos, son las cosas más bellas que he visto durante mi corta vida, unos ojos de sentimientos que son el camino a tu belleza interior, soy feliz con solo mirarlos nada más es necesario para mí. Yo te acaricio con mi mirada tu las esquivas no me miras, pero cuando lo haces me dañas no puedo mirarte yo en ese momento. Como poder decirte lo que siento por ti, como poder decir lo tanto que te quiero, como poder vencer estas armaduras que cubren mis sentimientos, como arrancar el bozal que no me deja decirte que quiero hacer reir a tu alma, como puedo mirarte mas allá de tus ojos, como puedo besarte mas allá del viento entre nosotros, como puedo tan solo dejar de pensar en ti en este preciso momento.
Simplemente nos miramos y hablamos de cosas que habla la gente cuando se sienta a conversar, no me miras cuando hablas y yo no puedo dejar de mirarte. De repente tus palabras comienzan a destrozar mi armadura, aquella armadura que me protege de mis propios sentimientos, como protege a un caballero de su propia espada, me empiezas a dejar mentalmente desnudo, destrozado frente a ti. Con la fuerza de lagrimas no derramadas levanto la vista, y veo que me miras sin quitarme la vista de encima, directamente a mis ojos agónicos de no poder decir nada. Poco a poco empiezo a recoger mis armaduras y la coloco delante de mis sentimientos, pero ahora me miras igual que antes.
Las horas pasan, y seguimos conversando o más bien yo escucho lo que dices, ya que por alguna razón me siento feliz de sólo escuchar. Veo como mueves tus ojos al hablar, trato de mirar más adentro de lo que puedo ver, y encuentro cosas que no siempre se ven en las personas. Me introduzco en una de las mentes más interesantes, con una agradable música de fondo, tu voz. Muchas veces cuesta entender que la belleza de una mujer no va en como se ve o como viste, sino más bien en lo dice, en lo que piensa y lo que proyecta. La conversación se empieza a volver un poco compleja para mí, siento que todo se va acabando, pero dejo que siga, me dejo emborrachar por sus sentimientos y explicaciones de su ser, ya que por alguna razón me gusta verla sonreír y siento que así lo puede hacer.
Yo estoy destrosado sin muchas ganas de sentir, con una armadura más en mi mente, y un pensamiento encarcelado en ella, me levante del banco en donde conversábamos y lentamente sin mirar atrás emprendo un camino sin destino. La dejo atrás, dejo a una de las mujeres más bellas que he visto, esa exquisita alma que tiene, pero simplmente esa alma no es mia, ya no se qué pensar, ¿intentar o recular?; ya no encuentro explicación, sólo se que tu no me vez y yo no te olvidare.
Con dolor, me despido del aquel angel....con nombre de flor... |