La chica del bajo
(Dedicado a mi prima)

La muchacha afina su instrumento antes de salir, guarda su bajo en el estuche y mira el reloj, aún es temprano, tiene tiempo para pensar...
Pone en la radio el CD de Cat Stevens, que tanto le recuerda a su padre y llora.
Llora porque a sus tiernos 20 años, ya lleva 13 de ellos extrañándolo. Llora porque en su último cumpleaños tampoco estuvo, llora porque en su graduación, lo esperó toda la noche ansiosa, mirando la puerta principal del salón para poder verlo entrar... y esperó en vano.
Abrió el pequeño baúl que tiene debajo de su cama y sacó las fotos de su padre, aquellas fotos en donde salen ambos corriendo por los cerros de Llay- Llay... eran tan felices.
Aún no entiende las razones del abandono, pero lo perdona, lógico que lo perdona, porque no le importa, lo quiere tanto que no le importa, sólo quiere abrazarlo.
Mira el bajo con ternura, era de su padre y lo dejó al partir. Sus cuerdas se convirtieron en cuentos viejos y lágrimas, por eso siempre lo lleva consigo.

Su banda debía de estar esperándola, es mejor partir ya. Toma el bajo y camina con él hacia el galpón en donde tocarían.
Conectan todo, llega la gente y empieza a tocar... las notas graves del bajo, le recuerdan la voz de su padre, y hace sonar aquel instrumento al compás de la lluvia, de las penas, del rock de galpón.

La chica del bajo mira la puerta y se dá cuenta de que siempre lo esperará.