hoy te cambié, soñandote con la almohada sobre la acera te cambié por una mucho más fea aún que tú, con dientes como sables y fétido aliento a queso rancio tan igual a tí y sin embargo su sonrisa no luce vacía como la tuya, mellada, mellada de luz. mi mundo ya no eres tú. tu bandeja no lleva mi refresco. nos separa una crisálida microperforada que apenas deja pasar unas gotas de aire. mi gente no es tu gente. sólo saben de tí cuando por error mento tu nombre que me apresuro a cambiar por cualquier absurda palabra que suene igual de hueca. sin embargo tu falsedad me llama egoistamente al teléfono de la esquina, despertandome entre los cartones de madrugada sólo para oír mi voz desanimada. te mereces una buena zurra. qué frívola, por no aburrirte matarías algún mendigo. yo ya me cansé de este frío suelo, de dormir con el único abrigo de cientos de miradas de transeúntes, algunas vizcas. y es que bajo los adoquines sólo hay una puta playa privada.