No llores alma mía, la vida es corta,
no hay nada más allá cuando uno muere,
aquí se queda el aire, los suspiros
y el trueno que te asusta cuando llueve.

No llores corazón, borra ese llanto
y cena con azúcar si eso quieres
que no sé si mañana mi castigo
podrá llegarte más. El mundo es breve.

Hoy brilla el sol sobre tu pelo de oro
y mi blusa te enjuga los sollozos;
quién sabe si después el alba fría
me envuelva con sus cantos de reposo.

No llores, que mi noche puede darte
hoy sus estrellas y su techo tibio,
ríe para mí tu rostro de estandarte
luz de mi vida; en mi sufrir, alivio.

Quiero guardar tus rizos en mis manos
y tus mejillas sucias en mi almohada;
seca tus ojos que hoy te tengo rosas,
¡sueña tranquila, amor, con la alborada!

En tu presente tienes mi regazo
y la seguridad de mis arrullos.
¡Que hermoso si al quedarme entre los tuyos
pudieran detenerse mis ocasos!