En varias oportunidades he leído a algunos
quejándose de “sequía inspirativa”:
simplemente, “no sale” escribir. Problema que presentan en algunas películas, donde el protagonista escritor aparece llevando largo tiempo sin producir.

Los antiguos pensaban en una “diosa de la Inspiración” la que, de vez en cuando se ausentaba, produciendo sequía literaria.
Ante lo cual, hago tres consideraciones.

1. Sabemos que la mente funciona mientras dormimos o estamos “en otra”. Lo apreciamos al estudiar. Al comienzo, algo nos parece difícil y enrevesado. Días después (¡oh inspiración!), se nos aclara el tema como por encanto. El laboratorio mental funcionó sin plena conciencia nuestra.

2. Los temas “a escribir” generalmente necesitan cierta base en la realidad: algo que pasó, se oyó o vió, desata nuestra imaginación y creatividad, y “la pluma” se desliza como por sobre rieles. A menudo, basta una palabra y… ¡ya!, “parimos” un texto.

3. Me parece haber leído de Gabriel García Márquez algo así: para escribir se necesita un 5% de inspiración y un 95% de transpiración. (Aunque para ser más leído y llegar a ser Premio Nobel tuvo también que recurrir al “marketing”. Pero esto ya es harina de otro costal).

Así es que ¡ánimo, cuenteros! Y… a transpirar.
Que después queda la alegría de haber dado a luz una nueva criatura al mundo.

(Y ahora, me voy a bañar)