Ojos Cian

Bajo el grisáceo manto que cubre los celestes parajes
Encontré dentro de mi amada soledad la no esperada compañía,
No deseaba una amiga de mortal estela, sino compañera eterna,
Y entre los tenues suspiros de mi boca inflamada fuiste invocada
Por el mudo murmullo de mi aliento que se escapa.

Cubiertos por la verde cobija de infinitos hilares frescos
Fuimos navegantes inquietos del universo oculto en nuestras pieles,
La lluvia fresca lavó mi alma del pecado carmín que macula mi ser,
Pero el torrente de la tempestad se había llevado en sus aguas mi risa.

Mas no necesito de aquello que al hombre otorga fulgor,
Pues en tu sonrisa se encuentra mi regocijo marchito,
Y en tus penurias seré la almohada donde derrames tus cenizas oculares,
Y en tus júbilos he de ser la música que de tus labios salpique los lirios.

De tus joyas celestes quiero ser el guardián
Para esconder en mi arca vacía un nuevo tesoro,
Y ocultar en ella el alma de mis suspiros
Que esconden en su espíritu tus miradas grisáceas.

Anhelo refugiarme como un niño bajo tu manto,
Escondiéndome del mal que desata mi soledad,
Que mi flagelante camino lo ande a tu diestra,
Para que entre mi eterna penumbra pueda ver la senda extraviada
Que ha de ser iluminada con el brillo de tus ojos cian;

La flor de azulejo se compara con tu mirada felina
Mares caribeños congelados bajo tus retinas profundas
(Allí donde sepultaste mi anhelo desde que en mí fijaste tus rosetones)
En esos glaciares lejanos quiero que mi alma sea velada
Y así, de una vez por todas, reposar como yacen los muertos.