Digo Adiós
Feliz yo viví, del oscuro sino de la vida oculto,
tejiendo en mi más pura alegría, risas con dulces,
era el viento esculpiendo mi cara infantil y soñadora
como el roce suave de caricia pura, fui niño manso.
Yo escuchaba en las sonatas del ave la voz del más Alto
y admito para bien, que fui morboso, mas también supe amar.
Y buscaba en la mujer saciedad a mi pueril lujuria,
pero más soñaba, con encontrar el amor que ama al alma.
Vino entonces, a mis ojos la visión refulgente y nívea
de mi primer desvelo, que arrancó de mi cofre la noche
para sembrar luego en mis ojos las semillas cristalinas
de espinosas hiedras que sofocaron la flor de mi esencia.
Vinieron en los primeros meses como la primavera
Las caricias y las palabras como los mordiscos suaves,
Juramentos de miel, gulas carnales de cuerpos desnudos,
Y embriagados en nuestra añoranza sufrimos la resaca.
De lugares comunes fueron vastos nuestros corazones,
Brotó de nuestras pieles, como el aroma, la poesía
Y apagados el brillo de Rá y su divorciada luna
vagamos en la penumbra de nuestro entendimiento mozo.
No vi la metamorfosis, lenta, imperceptible y tajante;
primero fue la niña, que se convierte como la oruga
en opulenta mariposa, tan presumida y ligera,
y deja colgando de la rama, al capullo del gusano.
Luego el tallo que se desflora, que tras dejar semilla
Solo los animales le buscan, para calmar su hambre vil…
¡pero que más da que seque una flor, si tengo ya un jardín!
¿Cuánto vives mariposa? ¿A quien le importa un seco tallo? |