De Noche por la Mañana

Viene con sus brazos largos salpicando el sol
A la mañana con luceros de naranja y jazmín,
Y en el más oscuro cuarto de mi casa oscura
Recuesta su cabeza un hombre con alma de momia:

Las caricias inocentes del monarca lucífero
No pueden, no deben, tocar su triste rostro
Porque guarda en su seno hueco las tinieblas
Y en sus ojos de nueces vanas, la semilla se marchita.

Tristes los árboles mecen a las tristes aves,
Tristes los gatos cantan a la triste mañana,
En la cama de ramas secas que mece el viento
Se aletarga el alma de mi putrefacto cuerpo.

Afuera está encendido el candil bruñido
Bañando con miel los montes, las ciudades;
Pero dentro de mi alcoba, la penumbra se queda
Punzando con sus espinas gordas mi flaco pecho.