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ESTABA SOLO...
Sebastián sentía odio en su mente. Había regresado a los recuerdos del pasado. Pasado no aclarado. Corría el año de 1986 en aquel pueblo pequeño de la ciénaga de Jalisco, era sábado, nadie estaba en casa...Sólo Sebastián. Su padre regresaría por la madrugada y su madre y hermana hasta el próximo martes.
…Con su rostro congestionado y los ojos llorosos. Sebastián aquella noche fría de invierno continuó leyendo. Tomó entre sus manos el diario de Griselda, su única hermana. Diario que encontró por casualidad, conforme Sebastián avanzaba en la lectura, parecía que las palabras ahí contenidas lo transformaban.

Rompió a llorar. Se dio la vuelta, camino por toda la habitación de Griselda; despegó su mirada del diario, tomó el álbum de fotos mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, luego abrió su mente al recuerdo, ató cabos y comenzó a entender los motivos de la tristeza de Griselda…
Se desmoronó ante la sentencia de su hermana. Pensó en Griselda y aquellas lágrimas… Griselda y aquel silencio… Griselda y aquella ausencia… Griselda y su padre monstruo entrando a su cama… Griselda y la sumisión ante su horror.
La mente de Sebastián estaba operando a mil por hora, fabricaba, ideas extrañas en su cabeza. Muy triste pensó que había gastado su tiempo durmiendo; mientras su hermana sufría y estaba en un callejón sin salida.
Después de varias horas de llorar y mucho pensar, se levanto de la silla se miro en el espejo del tocador de Griselda, frunció el ceño, se vio sin verse, comenzó a desordenar y golpear todo lo que a su paso estorbaba. Para desahogar sus corajes contenidos. Caminaba de un lado a otro, buscó una libreta, arrancó una hoja, escribió unas cuantas líneas dirigidas a aquella inocente, luego dejó la hoja sobre el buró volvió su mirada a cada cosa que había en la habitación , todos los objetos que miraba a su alrededor le recordaban el daño que su padre había hecho a esa criatura infeliz, luego camino apresurado, salió del cuarto de Griselda, recorrió cada rincón de la casa y no había nadie; estaba solo...
Imaginó el ansia de ella de huir de aquel padre repugnante y degenerado que la desvirgo.
Recordó que la siguiente semana Griselda cumpliría veintidós noviembres de vida, esa jovencita de ojos claros y gran hermosura. Enfrentándose a ese hombre malo; vestido de bueno.
Sebastián odiaba a su padre desde mucho tiempo antes de saber de lo que era capaz. Lo primero que su mente pensó fue:

“MATALO SEBASTIAN”
Comenzó a hablar solo como loco, el aire nocturno, impregnaba sus pulmones, atiborrados por la cólera. Mientras prendía fuego a las cosas de su padre, Sebastián temblaba ante la furia.
El odio y el rencor de su corazón desde su interior lo aturdían diciéndole:
“Sebastián, mátalo. Termina con ese perro degenerado ahora.”
Quería librar a su hermana de tanto dolor. Dolor provocado por su padre.” Padre monstruo” que le robó al cuerpo de su hermana Griselda, la felicidad…

En eso estaba; cuando pasó una mano sobre una pistola de su padre y le entró aún más la idea de matarlo…Aunque sabía que ninguna venganza le restauraría a su hermana los daños ya hechos.
Sebastián salió al patio, con los ojos rojos miró al cielo; estaba muy oscuro no se miraba casi nada. La noche estaba agitada, el no parecía estar ahí, parecía estar parado en un vacío infinito estaba acongojado, sonó el timbre, Sebastián camino hacia la puerta, después cerró los ojos y comenzó a sollozar. Era su padre.
Sebastián estaba esperándolo con ansia detrás del umbral de la casa llevaba escondida una pistola en la mano derecha, detrás de las espalda, aprisionaba su coraje, maldiciendo a su padre. Pensó: “me las pagarás todas juntas. “ Sebastián actuó con premeditación, discutieron y comenzaron los golpes. Sebastián, llevado por aquel odio que le tenía a su padre, un hombre de muy mal carácter que lo había golpeado cuando era niño y que se peleaba con toda su familia, se despidió de su padre con tres balazos que le dio en la cabeza y con el ultimo resto de rencor, que todavía le quedaba hacia aquel hombre.
Sebastián, a sus veinticuatro años , con las manos llenas de sangre , estaba sereno a pesar que dejó tras de sí una huella de horror en una noche, la del domingo en la que asesinó a su padre , lo descuartizó con un machete, lo cocinó en un horno para deshacerse del cadáver, luego.
Se comió parte de los órganos,la otra parte la fileteó y la cocinó, cuando regresaron Griselda y su madre de viaje, nunca se enteraron de lo ocurrido, encontraron una breve nota en el buró de Griselda que decía:
¡ADIÓS PARA SIEMPRE GRISELDA!
Atentamente tu padre.
Y así, durante varios días esa familia comió monstruo al horno.

Texto agregado el 03-08-2010, y leído por 177 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-08-2010 que fuerte lo mataste varias veces...mucho rencor amigo...el hombre por el hombre...el monstruo por el monstruo.atte perres perres
 
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