La cuarta dimensión.
El profesor emérito de psicología Leucipo Cesantini emprendió un viaje iniciático a México. Luego de ingerir plantas sagradas con fruición, emulando el comportamiento de los chamanes, y al igual que hace 17000 años en una caverna del sudoeste de Francia, cuando mediante una lámpara de luz de sebo, un grupo de personas vieron: graciles siervos, animales de más de cuatro metros de largo, caballos negros y rojos, el profesor Leucipo, quien pasó años preguntándose ¿Por qué multiplicando por 1.000.000.000 la altura de la pirámide de Keops en Giza se obtiene la distancia entre la tierra y el sol?, descubrió que la energía telúrica que atraviesa catedrales y templos, y se halla en ríos subterráneos, también lo hace a través de las personas, y que el conocimiento del cosmos como un constante flujo de datos es percibido y visto de variadas formas, y que lanzando una manzana desde la cuarta dimensión, aparecería por arte de magia en la tercera dimensión. Como los gnósticos sostienen: “como es arriba es abajo”, según el corpus Hermeticum, en la traducción de Marsilo Ficino.
Así, descubrió en el trance, que sabiendo la distancia de la tierra al sol, la fórmula L=mr2, y aplicando la aritmosofía, más el sagrado número 117 -los 117 escalones egipcios que van directo a la cuarta dimensión del sol-, más el Pi cuadrante:
3,141591444142, que elevado al cuadrado da: 9,86959680, y así sucesivamente, con la tetra-coordenada de las estrellas constituidas por átomos hasta la cuarta dimensión del espacio, y al igual que en 1878, Charles Basworth, entre la nieve, iba en busca de agua a un pozo, y misteriosamente desapareció, al profesor le ocurrió exactamente lo mismo en la actualidad, y hay quienes dicen que apareció en el centro del Sol.
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