Sanguinolentas vocales se anidaban en mi cuaderno sin pedir permiso, trepaban por los renglones clausurados de espantos predecibles y
tartamudeaban en la voz de quienes las leían. Cuando había luna llena, se ponían más violentas, el lector entonces, sufría mareos, vómitos y hasta
algunos, convulsiones, esto me llevó a pensar seriamente en mi participación en lo que escribía, y llegué a una horrible conclusión, no era la dueña de esas palabras, lo que me llevó a una reflexión algo más escalofriante, había alguien en mi cuerpo que dirigía mis manos y mi intelecto, dejándome según sea el caso, como una cursi, una analfabeta, una persona sin participación política, es decir, lo que se le ocurriera, por todas estas circunstancias tuve que tomar una decisión un tanto abrupta, y se que para muchos esto será un acto de locura, pero es de suma importancia para mí, que quede claro que algunos textos no me pertenecen y no me atrevo a decir que ninguno, quizá sería exagerado, como decía, debí tomar una decisión brusca y definitiva.
Agradezco, la colaboración de mi gran amiga Laura, que es la que esta tecleando este escrito, ya que desde que me corte las manos y pude por fin privar de la libertad al intruso que descansaba en mí, no he podido volver a escribir. Eso me apena algunas noches solitarias, pero supongo…
Que podré superarlo.-
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