Hoy desayuné un café con vidrio molido, lo noté cuando comenzó a dolerme fuertemente el vientre y de mi boca se escapaban gotas rojas que como una catarata de absurdos dibujaban la inmensa bañera inmaculada, y si bien estaba agonizando, me gustó ver los contrastes peleándose por dominar su centro. Un hechizo maligno se apodero de mi pluma,
y en posición fetal, ya que mi estómago era como una gran revolución de indios furiosos con sus flechas recién afiladas, pude plasmar un torpe pensamiento en una hoja que también sedujo a la sangre y obviamente me gusto; es que los humanos somos animales de costumbre y aun en la muerte hacemos o intentamos los actos repetidos de una rutina parcial, en el papel solo se reflejó, una gran mediocridad gastada.
Algunos pensaran, que soy una poeta maldita, nada más lejos de mí, solo equivoqué el tarro de azúcar y endulcé mi café con vidrio molido, elemento que guardaba, para hacer una pintura extraña, siempre me gusto el arte en toda su expresión. Volviendo a los poetas malditos, ellos dejaron un legado de gloria, yo, solo dejo una bañera sucia y una hoja in entendible. Y ahora debo dejarlos, creo que ya pase del otro lado, y debe ser un delirio, porque la mano de Rimbaud se esta acercando a la mía y me invita a pasar una temporada en el infierno…
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