En la estacada, en el final del precipicio,
allá dentro de una botella estoy.
Ni genios ni borrachos,
ni cartas de náufragos sin pasos,
tansolo yo ahí metida como en un paraíso centimétrico,
y escribo muy rápido, muy rápido, sin pensar en nada.
Dentro de una botella, a la deriva,
rodeando islas perdidas,
fluyendo por el mar
y disfrutando de esa vida
de gato sedado y dilatadas pupilas.
No tengo verguenza,
ni miedo,
ni hagallas,
ni salida,
ni ganas,
ni saliva,
solo cara de cansada.
Ahí estoy, en la estacada,
hasta que fluyan mis cenizas, en el agua,
en tus océanos.
En la nada. |