Qué pretendemos de un buen doctor? Seguramente que sepa lo suficiente y cuente con la necesaria experiencia para poder diagnosticar un problema y, al mismo tiempo, conocer los tratamientos y la farmacología necesaria para llevar adelante el tratamiento.
Qué pretendemos de un plomero? Esperamos que nos resuelva la pérdida de agua, que nos realice una instalación sanitaria, etc., con un nivel de calidad suficiente dado su conocimiento de los materiales y su experiencia, y que lo efectúe a un costo adecuado.
Así podríamos enumerar en cada una de las profesiones, ya sean universitarias, técnicas o simplemente aprendidas a través de la experiencia, lo mínimo que esperamos de las personas que las ejecutan. Esto va más allá de lo intrínseco de cada profesión, de los años, meses o días de estudio que demande. Siempre pretenderemos alguien eficiente y con conocimiento de la cuestión.
Sin embargo, este supuesto no es ciertamente perfecto, ni se cumple siempre, o, al menos, no siempre se hace cumplir. Para muestra, basta un diálogo común, habitual y reiterado del taxista con sus pasajeros.
Después de un formal saludo (salvo que el pasajero venga hablando por celular y se haga entender por señas), el pasajero indicará el destino pretendido. Puedo afirmar que, en más de la mitad de los casos, esta indicación va seguida de una pregunta: Conoce? Lo ubica? Le indico? O cualquier pregunta similar tratando de discernir si el taxista que nos tocó sabe o no cómo conducir al destino solicitado.
Un poco en forma irónica, y buscando la reacción del pasajero, mi respuesta es casi invariable. “Señora, señor, TENGO (así enfatizado) que saber, es mi profesión.” Invariablemente el pasajero, amedrentado y en tono de disculpa esgrimirá un “Disculpe, pero casi siempre no saben como ir” o “Siempre me preguntan dónde queda” o frases similares. Esto seguido de otra explicación “Sabe lo que pasa, muchos recién empiezan” o “Muchos por la falta de trabajo tuvieron que manejar un taxi.”
Como yo los provoqué, ya tengo mi siguiente respuesta en mis labios. “Admitiría Ud un plomero que no supiera soldar un caño”, “Se dejaría atender por un futuro doctor que cursa el CBC?”. “Si un taxista, además de manejar y ser cortés, lo único que tiene que saber son las calles, cómo permite Ud que no las sepa?”
Planteada la discusión dialéctica y, para no aburrir reproduciendo las sucesivas explicaciones de lástima que se brindan para justificar que el taxista puede no saber las calles, vale preguntarse, por qué lo permitimos? Por qué viajamos con un taxista que no sabe y no hacemos problema.
Podrá decirse que se puede ayudar a alguien cuando uno sabe, y ya que uno no sabe nada de plomería o lo suficiente de medicina a ellos les debemos exigir más. Pero pensemos, contratamos una persona para que limpie en nuestra casa o en la oficina. Su tarea deja mucho que desear, la limpieza es superficial, la vajilla queda engrasada y los artefactos del baño llenos de manchas. Qué haremos? Lo más probable, sobretodo si fuésemos una mujer es que sepamos limpiarlo bien. Entonces? Lo limpiamos bien y la llamamos nuevamente?.
Cuando suba a un taxi y el chofer no sepa donde llevarlo, cuando al decirle Florida y Corrientes le contesta “me indica por favor”, recuerde estos comentarios y haga lo que corresponde, por favor. Bájese y tome otro taxi.